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Hay un escrito de autor desconocido que desde hace años lo he tenido siempre en mente. Con cierta frecuencia lo leo y modifico. Como todo escrito, nunca es completo. Yo lo he retocado varias veces. Siempre le quito y le pongo, pero su idea central siempre es la misma, y me sigue marcando.

A propósito de una sesión de coaching ejecutivo que sostuve recientemente, retomé el viejo escrito y me sorprendió de nuevo sus verdades. De nuevo lo retoqué. Y me provocó compartirlo con ustedes.

Imagina que estás frente a una gran escalera. Junto a ti está esa persona muy importante y están fuertemente tomados de la mano.

Mientras están en el mismo nivel, todo está perfecto. Se disfrutan. Pero de pronto, tú subes un escalón, pero esa persona no, esa persona prefiere mantenerse en el nivel inicial. Eso está bien, no hay problema, es fácil aún así estar tomados de las manos.

Pero tú subes un escalón más y esa persona se niega a hacerlo. Ya las manos han empezado a estirarse y ya no es tan cómodo como al principio. Subes un escalón más y ya el tirón es fuerte. Ya no se disfruta tanto y empiezas a sentir que te frena en tu avance, pero tú quieres que esa persona suba contigo para no perderla.

Desafortunadamente para esa persona no ha llegado el momento de subir de nivel, así que se mantiene en su posición inicial. En tu caso, decides no subir más escalones para no separarte y darle chance a que se mueva contigo. Te sacrificas esperando y nada pasa. Sin embargo, si quieres seguir, ves al camino claro… ya no puedes detenerte. Es una situación injusta contigo.

Subes un escalón más, y ya ahí si es muy difícil mantenerte unido, te duele, y mucho. Luchas entre tu deseo de que esa persona suba, de no perderla, pero tú ya no puedes ni quieres bajar de nivel.

En un nuevo movimiento hacia arriba, viene lo inevitable y se sueltan de las manos. Puedes quedarte ahí, llorar y patalear tratando de convencerle de que te siga, que te acompañe, puedes incluso ir contra todo tu ser y tú mismo bajar de nivel con tal de no perderle, pero después de esa ruptura en el lazo, ya nada es igual. Así que por más doloroso y difícil que sea, entiendes que no puedes hacer más, más que seguir avanzando y esperar que algún día vuelvan a estar al mismo nivel.

Eso pasa cuando inicias tu camino de madurez y crecimiento interior. En ese proceso, en ese avance pierdes muchas cosas: pareja, amigos, trabajos, pertenencias, todo lo que ya no coincide con la persona en la que te estás convirtiendo ni puede estar en el nivel al que estás entrando.

Puedes pelearte con la vida entera pero el proceso así es. El crecimiento personal es eso, personal, individual, no en grupo. Puede ser que después de un tiempo esa persona decida emprender su propio camino y te alcance o suba incluso mucho más que tú, pero es importante que estés consciente de que no se puede forzar nada en esta vida.

Llega un momento mientras subes tu escalera en que puedes quedarte solo un tiempo. Y eso duele, claro que duele, y mucho, pero luego, conforme vas avanzando, te vas encontrando en esos niveles con personas mucho mas afines a ti. Personas que gracias a su propio proceso están en el mismo nivel que tú y que si tú sigues avanzando, ellos también.

En esos niveles de avance ya no hay dolor, ni apego, ni sufrimiento. Si hay amor, comprensión, respeto absoluto.

Así es nuestra vida. Una infinita escalera donde estarás con las personas que estén en el mismo nivel que tú, y si alguien cambia, la estructura se acomoda.

En mi historia personal me ha costado mucho soltarme. Lo he hecho múltiples veces. Con diversa intensidad de dolores. Y siempre, aún después de una fuerte ruptura seguía viendo para atrás, esperando un milagro, y el milagro apareció, pero no de la manera en que yo hubiera supuesto. Apareció bajo otros nombres, otros cuerpos, otras actividades. Perdí a una persona y gané a 20 más. Perdí un mal contrato de trabajo y ahora tengo varios excelentes y con oportunidades de tener más de lo que soñé alguna vez. Perdí una ciudad y un país que ya no me ofrecía seguridad y futuro y ahora vivo en unas de las mejores ciudades del mundo. He perdido varias mujeres a las que creí amar para darme cuenta que ahora hay otras que merecen ser amadas.

Cada perdida, cada cosa que sale, es porque así tiene que ser. Si te detienen, déjales ir y prepárate para todo lo bueno que viene a tu vida. Tú sigue avanzando y confía porque esta escalera es mágica. Ya lo irás comprobando por ti mismo.

Ahora tanto tú como yo podemos entender porque nos encontramos con diferentes personas en la vida. Unas vienen a frenarnos para que tomemos decisiones. Otras vienen a tendernos la mano para avanzar más decididamente.

El precio de crecer pasa por vivir el dolor de la pérdida y gozar la alegría de lo nuevo. Crecer implica también aprender a cerrar, a despedir, a superar la tristeza, decir adiós. Y Crecer también implica celebrar, disfrutar, gozar.

Cuéntame que ideas y sentimientos te produjo este escrito.