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Carlos Fraga es un excelente terapeuta, conferencista y experto en todo lo que tiene que ver con del desarrollo humano. Además de sus presentaciones en público, Carlos conduce un programa de radio todas las tardes durante la mañana, un espacio de media hora por Televen, televisora nacional en Venezuela.

En una ocasión fui su entrevistado en el programa «La Vida es Hoy». Fue un rato muy agradable que giró sobre el tema de la «Gerencia Emocional». Durante el intercambio emergieron buenas ideas, pero de la que te quiero comentar ahora tiene que ver con una extraordinaria pregunta que me hizo Carlos, dada mi amplia experiencia en empresas. Él me inquiere con una de sus grandes curiosidades. Me cuenta que conoce mucha gente exitosísima en sus empresas como gerentes pero que en su vida personal son un desastre y no saben gerenciarse ni a sí mismos. ¿Cómo puede explicarse eso?.

Mi respuesta no se hizo esperar. Carlos se sorprendió con mi explicación al igual que mucha gente que me ha dado su opinión después de ver el programa. Algunos se quedaron pensando.

Parte de mi respuesta fue que en el mundo de las empresas y los negocios los resultados esperados suelen estar muy claros. Son medibles y ambiciosos, buscan ser elevados y sólo se pueden alcanzar con dedicación, estrategias y recursos.

Son objetivos definidos por la Junta Directiva o por una instancia superior que le vienen «impuestos» al gerente y/o profesional para que gestione lo necesario y los alcance. Así, el gerente elabora su plan de acción y orienta a su equipo de trabajo hacia la meta. Con frecuencia monitorea el avance y hace ajustes en el recorrido. Es más, gerente que se aprecie de serlo buscará sobrepasar esa meta y sorprender con su desempeño.

Por eso hay muchos gerentes exitosos, tienen claro lo que tienen que hacer y cuentan con los conocimientos y destrezas para llevarlo a cabo. Se han entrenado para ello. Sus diplomas y cursos lo han habilitado para gerenciar.

Y, ¿por qué no lo son en el ámbito personal?.

Imagino que ya sabes la respuesta. Muy poca gente dedica tiempo a definir los resultados que espera en su vida personal. Esos gerentes exitosos lo son porque “otro” le dice lo que tiene que lograr, pero en su vida personal nadie se lo ordena. Claro!, quien se lo va a encomendar si no es él mismo.

Hay muchas técnicas de Planificación Estratégica y de Gerencia por objetivos que pueden ser usados igualmente para la vida personal. Pero estamos acostumbrados a que otros nos dirijan y así limpiamos de nuestra responsabilidad: hiciste lo que te dijeron que hicieras. Pero ¿qué pasa en la vida personal? No está en nuestro sistema planificar ni diseñar la vida que queremos.

Simplemente somos objetos de las circunstancias, de lo que escogimos estudiar, de casarnos y tener hijos. Terminamos trabajando para mantener un estatus en una empresa donde fuimos aceptados y seguimos entregando a las situaciones del camino, la responsabilidad de lo que nos toque vivir. Cuando más, puede ser que decidamos dejar un trabajo y escoger la casa que “podemos” comprar, no la que queremos ni deseamos.

Unos más siguen jugando la lotería y esperan que llegue la festividad de año nuevo para pedir los doce deseos con las doce uvas. Sólo deseos, ningún propósito que perdure a lo largo del año.

La gerencia exitosa de la vida no tiene que ver con lo que es posible, es con lo que merecemos. Es detenernos y pensar en el futuro que deseo y aunque parezca imposible, sentir que lo merezco. Sin perder de vista ese futuro, dedicarse a disfrutar del presente sabiendo que para allá vamos.

¿Cuáles son los resultados que quieres en tu vida? Esa es una pregunta trascendental. ¿Qué resultados estás obteniendo?. Tu vida actual es el resultado de lo vivido, deseado, planificado o no, pero son resultados. Ahora bien, es el resultado de las circunstancias o de la decisión que tomaste.

¿Estás donde querías estar? ¿Estás siendo quien querías ser? ¿Haces lo que siempre querías estar haciendo? ¿Tienes lo que has querido tener?

No es posible volver atrás y tener un nuevo comienzo, pero siempre es posible escribir el final. Esa es una decisión.

Alguien escribió que un barco cuando no sabe a que puerto se dirige cualquier viento es bueno. Y es muy cierto. Hay quienes disfrutan del navegar con los vientos a favor y vivir de lo que les está tocando vivir. No lo voy a criticar. Si los resultados que quieres de la vida es vivir cada día como si fuera el último y dejar de pensar en el futuro, ésa es una opción muy válida.

También hay otra posibilidad: definir el puerto al que quieres llegar (Resultados) y enfilar las velas hacia allá. Es posible que muchos vientos estén a favor, que bueno. Pero también es posible que los vientos que llevan al puerto sean débiles y hasta tempestuosos. A veces hay que dejar pasar vientos divinos que nos llevan a otra dirección y enfilarse en línea recta hacia lo que quiero.

Esa es la verdadera decisión. Es la posibilidad de tener claro a que le digo SI y a que le digo NO. Le dirás SI a lo que te acerque a tu objetivo y NO a lo que te aleje de él. Pero para ello debes tener muy claro para dónde vas y lo que quieres obtener como resultados.

Finalmente, no es suficiente ser un profesional exitoso no siéndolo en tu vida personal. Ni puedes tampoco serlo en lo personal sin serlo en lo profesional. Es de doble vía y uno interviene en el otro.

Por mi parte te cuento que todos los años, desde 1991, ininterrumpidamente, sin faltar un año, hago mi Planificación Estratégica Personal anual. Lo hago en los días cercanos a mi cumpleaños por lo simbólico de la fecha. Reviso lo andado, me doy cuenta de los tumbos que he dado, de las decisiones que he postergado y de los resultados que estoy obteniendo por mi des-compromiso. Actualizo, decido e inicio de nuevo. Me encanta.

Todo lo que hacemos tiene consecuencias, y lo que no, también. Todo en la vida son resultados.

Feliz vida. Feliz disfrute de tus resultados.

Déjame tu comentario. ¿Qué te pasó mientras leías? ¿Vas a hacer algo distinto? Cuéntame, quiero aprender de ti.

PD: Si quieres ver el video de la entrevista con Carlos, haz click aquí.