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Por muchos años he sido buena gente. Me gustaba estar listo para salir cual ambulancia a ayudar a quien me necesitara. En consecuencia me beneficié del afecto de muchos que se sentían ayudados por mí, yo necesitaba de ese afecto y con más razón me disponía a ser útil.

Pues he decidido dejar de ser buena gente. ¡No más buenagentismo Eduardo!. Basta!!!

Jajaja… me imagino tu cara y posiblemente pensarás que si dejo de ser “buena gente”, ahora seré “mala gente” ¡Pues no!.

Te voy a contar algunas situaciones recientes para ilustrar el mensaje que quiero comunicar en este escrito…

  • Me encontraba en un viaje familiar, un crucero por el caribe, y una tía con algo más de 70 años llevó una cámara de video nueva para registrar el emocionante viaje. Obviamente no la sabía manejar. El resto de los miembros de la comunidad familiar que conocen de mi habilidad para manejar estos equipos y hacer buenas tomas, de inmediato me dieron la cámara para que yo me encargara el resto del viaje de hacer la película para la tía. Pues dije NO.
  • Una compañera de trabajo necesitaba dar una charla que yo manejo muy bien, tengo las láminas preparadas y el guión listo. Ella sabiendo de mi “buenagentismo” y mi espíritu colaborador me las pidió además de solicitarme un detallado esquema del discurso para ella poder hacerlo bien. Pues dije NO.
  • Mi hijo mayor, ya casado, necesitaba hacer unos arreglos en su casa nueva. Requería de un taladro y de mi habilidad para manejarlo, quería que el trabajo quedara bien y me pidió la ayuda. Con mucho gusto fui a su casa con todas las herramientas y materiales necesarios. Para su sorpresa, llegué muy bien vestido, es decir, sin ropa de trabajo. Me miró y de inmediato preguntó ¿No lo vas a hacer tú?. Pues dije NO.

¡Que mala gente es Eduardo! ¡Que poco colaborador y solidario es este tipo! jajaja… imagino que estarás pensando eso.

Déjame razonarte mi postura.

Desde hace tiempo vengo reflexionando sobre el rol del líder y del gerente en desarrollar a su gente. Yo mismo genero muchos espacios con las personas que trabajan en mi equipo para que ellos aprendan cada vez más a hacer mejor su trabajo. En múltiples ocasiones me he visto tentado a hacer la tarea cuando veo que a ellos se les hace difícil. Eso alimenta mi creencia interna de ser “buena gente” y me produce la satisfacción de ayudar al otro.

En mi círculo familiar y social, sucede lo mismo. Me he estado “pillando” haciendo cosas para complacer sus expectativas y yo salir crecido siendo “buena gente”. Serlo me ha traído grandes beneficios, el más importante: La gente me quiere y me acepta. La gente sabe que puede contar conmigo. Y eso me “hacía” feliz y reconocido.

Jajaja… no dejo de imaginar tu cara de sorpresa. Es más, me pregunto, ¿no haces tú lo mismo? ¿No estás buscando ser buena gente, ser querido y aceptado? Sigamos con mi razonamiento y mis conclusiones.

Yo he crecido con el mensaje de ser solidario, colaborador, buena gente. ¿Y tú?. He crecido con el mensaje de ser “complaciente” y ayudar al otro.

Es más, he crecido con la sensación de que soy feliz si él, los otros, me quieren. Y, si para que me quieran tengo que sacrificarme yo, está bien. Ser sacrificado y dejar mis intereses y deseos a un lado, para complacer al otro es ser “buena gente”. Ahora digo BASTA!!!

Me ha servido de mucho tener cada vez más claro que es lo que yo quiero para mi y darle el valor que eso merece. Ser abnegado y sacrificado es negarme a mi mismo. Ser “buena gente” con el otro no puede implicar ser “mala gente” conmigo. Esta es una primera idea que sustenta mi planteamiento.

Pero la idea que de verdad quiero desarrollar en este momento, tiene que ver con la diferencia entre ayudar y apoyar. Ayudar significa hacer algo por el otro partiendo de la idea que el otro no puede. Apoyar significa ser útil al otro a fin de que éste resuelva lo que tenga que hacer.

A veces toca ayudar, otras apoyar. ¿Qué hice en los casos que te relaté anteriormente?. Con la tía, le enseñé con detenimiento a usar su cámara nueva de video. Con mi compañera de trabajo, me senté a explicarle lo que hago, pero sobre todo a que ella elaborara su propio discurso. Con mi hijo, le enseñé a usar el taladro y el resto de las herramientas.

Preferí apoyar que ayudar. Aunque al final siento que quedaron satisfechos, es muy cierto que seguían prefiriendo que yo se lo hiciera… que fuera buena gente.

Quiero cerrar este escrito reforzando algunas ideas que pasé por twitter recientemente:

“El Paternalismo y la sobre protección asumen que el otro no es capaz y no lo será… y solo Yo puedo ayudarlo (El otro no puede y Yo si).”

“El Paternalismo y la sobre protección son nefastos para el otro aunque vengan disfrazados de Amor”.

Quiero que te quedes pensando en estas ideas y te observes a ti mismo. Ayudar no es malo, pero es preferible apoyar la mayor cantidad de veces. Si tienes hijos, no los sobre protejas, con tus amigos se solidario pero no los anules. Con tus colaboradores, expande su rendimiento y capacidad de acción.

Los líderes empoderan a quienes le rodean. Los líderes creen en la capacidad del otro y lo retan a que desplieguen su capacidad de acción. Los líderes se edifican a sí mismo para que el otro en su presencia, puedan ser lo que quieren ser.

Cuidado con el “buenagentismo”. Prefiero ser gente buena que buena gente.

Espero haberte dejado pensativo… esa es mi idea.

Edifica tu liderazgo para que Apoyes al otro a ser él mejor persona.

Déjame tu comentario más abajo. Yo mismo te respondo.

Hasta pronto.