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Hola… aquí estoy de nuevo. Andaba algo ocupado entre tantas cosas, que descuidé este espacio que compartimos juntos. Reconozco que he estado más activo con twitter que con el blog. Ese es un espacio también muy útil y puedes seguirme por @EduardoMarti y @ElNuevoGerente.

Pero no aguanté escribir de nuevo aquí, cuando hace unos días conocí más de cerca a una señora que me mostró en vivo, con sus historias, lo que yo quiero más para mí: Ternura!

Desde hace más de un año escuché una conferencia de Julio Olalla (*) que traía al mundo del coaching esa emocionalidad necesaria para interactuar con el otro en una conversación liberadora.

Desde ese momento he estado buscando la ternura en mi y cómo la traigo a mi acontecer diario. Algunas veces creo que me invade pero creo que es más profunda que eso que siento. Mis hijos la inspiran, cuando veo un bebé, un oso panda… pero debo confesar que no me satisface. A veces me siento algo tonto y hasta pendejo.

Hay algo que no está bien en mi. Quiero vivir la ternura libremente, sin juicios y con disfrute. Quiero estar con el otro y sentir el maravillamiento. Quiero estar con el otro y quedar estupefacto por el simple hecho de ser una persona. Quiero acercarme al otro y darle lo mejor de mi aunque sea un desconocido. Quiero ver al otro y sentir el milagro de la creación.

¿Cómo ser un líder sin ternura? ¿Cómo ser coach sin ternura? ¿Cómo puedo gerenciar personas sin ternura?… más aún, ¿cómo vivir sin ternura?.

Desconozco tu reacción ante estas líneas. No sé que estarás pensando de mi, pero corro el riesgo de mostrarme ante ti. Y para que me entiendas mejor, quiero contarte las lecciones que me dio la señora Arcángel (**).

Mientras daba una Conferencia sobre mi experiencia con los Sobrevivientes de Los Andes y las lecciones de vida que elaboré de mi contacto con ellos, después que pasé 5 días en la Cordillera junto a los restos del avión que se estrelló en 1972, la señora Arcángel contó unas experiencias de vida que me marcaron. Luego conversamos más en detalle alrededor de un exquisito desayuno andino en su casa.

Me cuenta que una vez estaba en un restaurante y vio a lo lejos a un señor conocido sentado solo en una mesa con cara de tristeza y preocupación. Ella se dejó invadir por el sentimiento de ternura y compasión y cuando se retiraba del establecimiento sintió un impulso de acercarse a él, darle un beso en la mejilla y decirle “Te Quiero y Dios te Ama”. Sin esperar respuesta se alejó. Al tiempo, el señor le agradeció el gesto y lo reconfortante que fue para él.

Me relata la señora Arcángel que en otra ocasión caminaba por la calle y vio a un borrachito recostado contra una pared. Ella respondió de nuevo a ese impulso y se le acercó a darle un sentido abrazo. Quienes la acompañaron le cuestionaron el gesto por lo sucio y mal oliente del nauseabundo señor.

Días después me entrega Arcángel un escrito de hace 10 años en la que relata su intercambio con una joven madre que llevaba un bebé de dos meses en sus brazos. Iban en un bus y tanto la criatura como la mamá no dejaban de verla a ella. El intercambio de miradas fue recíproco. Arcángel sentía la tristeza en sus rostros. Ella no pudo contener acercarse decirle que amara mucho a esa criatura que llegó a su vientre de manera inesperada y hasta rechazada. Que recibiera el amor que Dios tiene para ella.

Tres breves pero contundentes historias que me mostraron mi insensibilidad y precaria conexión con el Ser Humano a quien me debo. Arcángel me mostró el camino. Gracias por las ricas arepas de maíz “pelao” y el mojito andino que compartimos en el desayuno, pero más aún, por regalarme las señales de lo que quiero más para mí.

Yo creía que la lección la tenía clara cuando en mis cursos hablo de la empatía: “Es muy fácil ser empático con quien te es simpático. El reto es ser empático con quien no te es simpático”. Lindo juego de palabras pero huecas ante lo que hago en el día a día.

¿Cuántas veces paso de largo ante el dolor humano? Veo que son muchas veces que me tropiezo y lo peor es que ni lo veo, y cuando lo veo, aunque me avergüenzo, lo ignoro.

Quiero más ternura y sensibilidad humana en mi vida, no sólo para gerenciar a otros, no sólo para dirigir mis eventos de formación, no sólo en mis sesiones de coaching ejecutivo… Quiero ternura para con mis cercanos y sobre todo conmigo.

Estoy feliz al terminar estas líneas. Veo que no estoy tan “echao a perder”. Al menos me sensibilicé, al menos reflexioné, al menos escribí… creo que estoy en el camino.

No pude dejar de mencionar estas historias y el valor de la ternura en la función gerencial ante 20 gerentes que participaron en el “Taller Vivencial de Liderazgo para Gerentes” que dirigí en Boconó y que me permitió conocer a la señora Arcángel. Fue impactante ver las caras de los escuchas al ver y luego reconocer que la ternura puede llegar a ser uno de los atributos más importantes de un líder y gerente. (***)

¿Será cierto? Creo que sí. Lo incorporaré entre mis cruzadas. ¿Me ayudas?

Dime… ¿Qué pensamientos te surgen?

Compártelos conmigo y tus “co-lectores”… recuerda que yo los contesto todos.

 Hasta Pronto

* Founder and president of the Newfield Network, an international coach training and consulting company http://www.newfield.cl/

** Arcángel de Gudiño, emprendedora mujer de Boconó que fundó y dirige desde hace más de 40 años una importante panificadora.

*** Próxima fecha del “Taller Vivencial de Liderazgo para Gerentes con Eduardo Martí” 1 al 3 de junio 2012 Caracas http://www.forja.com para más detalles escribe a info@forja.com