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Lo que comparto a continuación es otro escrito del joven Enrique Hernández, de México, el mismo que buscó esa analogía entre Dudamel y Eduardo Martí.

Pues resulta que él necesitaba pasar unas horas en un hotel antes de volar de nuevo a México y para apoyarlo, le invito a compartir mi habitación de hotel. Sin pensarlo tomó su equipaje y se montó en el vehículo. Fue inevitable que pasáramos varias horas conversando. Él se atrevió a escribir sobre ese rato y su contenido. Lo publico para honrar su dedicación y porque puede serte de utilidad dadas las fechas de navidad que se aproximan. Este escrito tiene que ver contigo:

Aprendí una visión diferente sobre la Paz y la Felicidad

Después de finalizar el Programa Internacional de Liderazgo Gerencial No. XIX, Eduardo Martí me invitó a compartir unas horas en su habitación, mientras llegaba la hora para abordar el avión que me llevaría de regreso a México.

Realmente me sentía privilegiado: A quién meses atrás sólo conocía por internet, una de las celebridades en su profesión, ahora estaba compartiendo su habitación. Era la oportunidad para conocer más de él y de su filosofía de vida.

Después de una plática trivial, la conversación se fue dirigiendo a dos temas de gran trascendencia en el ser humano. Me atrevo a afirmar que todos aspiramos a encontrarlos, y si no todos, sí la gran mayoría. Me refiero a la tan anhelada Paz y la Felicidad.

Eduardo comentaba que en una de esas ocasiones en que asistía a su iglesia, hay un momento del culto en que se dan la mano los participantes, y se declaran ambos, “ Que la paz esté contigo”, ese deseo había venido inquietando a Eduardo desde hace algún tiempo, y un día decide hacerle una pregunta de “gran calibre” a la persona que le deseaba la Paz: ¿Qué me quiere decir usted cuando me dice que la paz esté conmigo?. De manera titubeante y confundida la persona respondió: pues que esté en Paz, que no tenga problemas.

Fueron repetidas veces que recibió las mismas respuestas. Al parecer, la gente no está clara de qué significa desear la Paz.

Me cuenta Eduardo, que empezó a dialogar un poco más con algunas de esas personas y les decía: “Si lo que usted me está deseando es que no tenga problemas, lo que en realidad me está deseando es la muerte, pues sólo en los panteones y cementerios están quienes no tiene problemas”.

Obviamente la gente no deseaba eso pero pocos tenían argumentos sólidos para mantener el dialogo.

Mi cara era de sorpresa porque también estaba sin argumentos, yo no sabía qué decirle. Allí comenzó el gran intercambio con Eduardo Martí. Él dijo algo así como: “que la Paz no tiene nada que ver con no tener problemas ya que éstos son parte de la vida y necesarios para poder encontrar la Paz.”

Imagínate si todo fuera “ausencia de problemas” en la vida, no tendríamos la necesidad de movernos hacia la Paz. No nos daríamos cuenta de lo que somos capaces de lograr con nuestro poder de decidir y accionar. Justamente lo que se requiere para manejar los momentos de turbulencia es la Paz. La Paz es esa sensación de estar en tu centro de vida desde la que te puedes mover en medio de las dificultades.

Eduardo me relato una fábula de un Rey ambicioso de conocer lo que en realidad era la paz. Convocó al palacio a los tres pintores más famosos del reino para que le pintaran la paz. Con el paso del tiempo, los pintores le trajeron sus creaciones. Una de ellas capturó su atención, era la imagen de una pequeña planta, muy verde, en medio de un ambiente de vientos huracanados, tormenta, cielo gris, y ahí, efectivamente estaba reflejada la tan anhelada Paz que tanto buscamos los seres humanos.

Entendí con Eduardo que, efectivamente la paz podemos concebirla como la habilidad personal para manejarte cómodamente en medio de los problemas o circunstancias difíciles de nuestra vida. Se trata de adaptarnos en ambientes caóticos, algo tremendamente desafiante, en un mundo donde la gran mayoría desea vivir sin problemas, y no se dan cuenta que en medio del problema, hay una opción de mejora oculta.

Algo muy similar me sucedió con el tema de felicidad. Eduardo relató cuando en una reunión de fin de año en la que participaba, cada persona recibía el deseo cliché: “Que tengas un feliz año”.

Nuevamente inquietado por la desafiante curiosidad, se atreve a preguntar, ¿Qué me quieres decir cuándo me deseas que tenga un feliz año?. Y las respuestas comunes siguen apareciendo: “pues que vivas feliz, que tengas paz, etc., etc.” De nuevo Eduardo me deja sin palabras. Cuántas veces yo he estado deseándole a la gente que sea feliz y no sé bien qué es lo que he estado deseando.

Todas mis neuronas se activan cuando Eduardo empieza a hablar sobre la felicidad. Dice que para muchos es la suma de los momentos de alegría. Si estoy alegre, estoy feliz. Si estoy triste o con rabia, no soy feliz. Esa es una visión pobre de la felicidad. Eduardo continúa diciendo que su búsqueda personal de la felicidad lo ha llevado a reflexionar que es la “sensación de orgullo y satisfacción de llevar la vida que está llevando” y que, el trabajar y accionar por construir esa sensación de orgullo, ya lo hace orgulloso y por lo tanto, feliz.

La felicidad es la aproximación sucesiva a nuestros más ambiciosos objetivos, algo muy lejos de las utopías que creemos con respecto a la felicidad; realmente a mi me tenía atónito con su conversación, reflexivo, y haciéndome preguntas, ¿Cómo es que andamos en la vida buscando algo que ni siquiera hemos definido correctamente?, ¿Cuánto tiempo de nuestra vida hemos pasado buscando de una manera equivocada?, ¿Será acaso que por eso no encontramos estas habilidades tan poderosas?, ¿Hasta cuándo vamos a seguir buscando de la misma manera?.

La Paz y la Felicidad sí están a nuestro alcance, sólo que si no sabemos lo que realmente buscamos, no nos vamos a dar cuenta del momento en que las encontremos. Es posible que desde esta posición muchos, y yo me cuento también, ya hemos conocido, vivido y disfrutado la tan anhelada Paz y Felicidad.

Pero, si no sabes lo que quieres, estás descalificado para encontrarlo.

La invitación es: cuestiona tus supuestos y tu sentido común. Ten la claridad en estas distinciones, así nos posibilitará actuar con mayor eficacia para ver en nuestra vida la tan anhelada paz y felicidad.

Sin percatarnos del tiempo, ya había transcurrido un par de horas, era necesario descansar, pues ambos estábamos agotados y muy satisfechos por la plática y por haber culminado el Programa de Liderazgo Internacional. Y aunque también hablamos de la integridad, y me hizo ver cosas que no había pensado, lo comentaré luego pues eso es digno de otro artículo y para otra ocasión.

QUE LA PAZ Y LA FELICIDAD ESTEN CONTIGO.

Enrique Hernández

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