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Un libro que valoro mucho es el titulado “Inteligencia Emocional” escrito por Daniel Goleman y que llegó a mis manos en 1996. Este es uno de los 14 libros que elegí llevar conmigo como parte de mi equipaje cuando salí a vivir en el exterior. Fue un libro que causó gran impacto en su lanzamiento porque vino a darle fundamento serio a un tema que muchos sabíamos que existía pero que no podíamos sostener sobre todo en el mundo gerencial.

Recuerdo muy bien cuando lo ví por primera vez en la vitrina de una importante librería en Caracas. Fue notorio al encontrarlo ya que había una pareja de personas mayores al lado mío haciendo comentarios sobre el libro. Recuerdo que la señora le decía: “ése es el libro que tú deberías leer”, y seguidamente señor respondió: “yo no, tú”. Obviamente ambos debían más que leerlo.

Recuerdo que lo compré un día viernes por la mañana y esa misma tarde me fui con la familia a nuestro apartamento de playa a pasar el fin de semana. Le iba a dedicar esos dos días a tan esperado libro. Ya mi familia sabía de mis intenciones y me dejaron tranquilo, ellos se fueron a la playa y a la piscina dejándome cómodamente instalado en el apartamento, con el aire acondicionado a buena temperatura, con esa linda vista de fondo sobre el mar, mi buena butaca y con la música de ambiente, todo listo para instalarme a leer. Obviamente tenía un buen escocés en las rocas ya servido. Yo me decía, éste va a ser mi fin de semana especial.

Una vez que estuvo todo dispuesto, llega el momento más esperado y me preparo para leer, abro el libro en su primera página y había una cita de Aristóteles. Permítanme hacer aquí la coletilla que, Aristóteles es un personaje de hace más de 2500 años, 500 a.C. Es decir, no es de ayer, ni del año pasado, ni del antepasado, son 2500 años atrás en la historia de la humanidad. Y esta cita decía: «Cualquiera puede ponerse furioso… éso es muy fácil, pero estar furioso con la persona correcta, en la intensidad correcta, en el momento correcto, por el motivo correcto, y de la forma correcta… éso ya no es tan fácil.”

Después de leerlo como tres veces seguidas, cerré de inmediato el libro. Comencé a pensar sobre mi y cuando me pongo furioso, ¿Cómo me pongo? ¿Me pongo furioso por el motivo correcto, en la intensidad correcta? ¿Le doy demasiada o poca importancia?. Es más, ¿Cuántas veces pago con mi esposa una rabia, cuando tendría que haberlo hecho con otro?. Y mis rabias ¿las canalizo un mes después, que es cuando exploto, porque no lo hice en su momento correcto?

Pues déjenme contarles que no volví a abrir el libro ese fin de semana, sólo leí esas tres líneas varias veces. Aquello me causó tal conmoción que no pude avanzar de allí. La música continuaba, el trago se renovó, y yo seguía rumiando en ¿cómo soy cuando me enfurezco?. Le comenté a la familia lo que estaba reflexionando, les pedí sus opiniones. A partir de allí, cada vez que algo me enfurece, procuro hacer una pausa y reviso ¿cómo lo estoy haciendo esta vez? Cada vez que hay un motivo para que me ponga furioso, reviso cuál es la intensidad que debo darle, en qué momento y quién es la persona con quien corresponde canalizar esta emoción.

Debo confesarte que me descubrí siendo dominado muchísimas veces por la bestia que habita en mi y que cada vez que salía causaba desastres. No tengo dudas que por muchos momentos me comporté con una brutalidad emocional de la que siempre me avergoncé. Tanto, que creía que lo mejor era tratar de no molestarme por nada… y también estaba equivocado.

¡Es verdad! Cualquiera puede ponerse furioso, a todos nos resulta fácil ponernos furiosos. Pero ponernos furiosos con la persona correcta, por el motivo correcto, en la intensidad correcta, en el momento correcto, eso ya no es tan fácil. Cómo ya te comenté, muchas veces me atrapé siendo un carente de esa inteligencia, en pocas palabras, era un bruto emocional por lo torpe que reaccionaba ante algunas circunstancias.

Gracias a esa cita de Aristóteles y las posteriores lecturas y reflexiones puedo concluir que se requiere un cierto grado de conexión espiritual y compromiso de superación personal, para hacer el justo uso de tu derecho a ponerte furioso. El asunto no es dejar de molestarte, el tema es aprender a hacerlo. Ese es uno de los rasgos de las personas INTELIGENTES EMOCIONALMENTE.

No renuncies a tu derecho de ponerte furioso, pero hazlo bien.

Afortunadamente los Gerentes de hoy cuentan con todos los elementos para elevar sus competencias emocionales y así poder liderar a la gente talentosa que merece respeto y buen trato. Ya hoy un trabajador consciente de su dignidad no le permitirá a ningún jefe un tratamiento despótico. Esos jefes “mal humorados” y gritones están en vías de extinción.

Cierro con estas ideas de Alain Gauthier que tomé de otro excelente libro “La Quinta Disciplina” escrito por Peter Senge. Guatier dice: “El líder tiene la responsabilidad de buscar el dominio personal, no sólo por su bien, sino por el bien de los demás integrantes de la organización. Si el líder no posee un grado de autoconocimiento y autocomprensión, existe el riesgo que utilice la organización para encauzar sus propias neurosis. Ello puede surtir una influencia tremenda en los demás”.

El dominio emocional es y será uno de los elementos más importantes de los que tendrá que ocuparse el Ser Humano para seguir en su evolución. Ya el reconocimiento que recibe de ser una inteligencia, nos desafía a ser inteligentes, ya no sólo intelectualmente, sino emocionalmente.

Si te estás haciendo la pregunta de qué hacer para elevar tu nivel de respuesta emocional, simplemente te diría hacer una cosa por ahora: Observa como te pones furioso, eso hice yo. Pregúntate si lo hiciste bien o tu reacción fue desmedida. Sigue los elementos que plantea Aristóteles: persona, momento, motivo, intensidad y forma. Pregúntate si lo hubieses podido hacer mejor. De qué estarás pendiente la próxima vez. También pide apoyo. Pregúntale a los demás. Pide información. Pero no abandones, insiste, que por allí es la cosa.

Espero por tus comentarios.

¿Cómo eres cuando te pones furioso? ¿Dominas tu ira o ella te domina a ti?

En tu mundo laboral, ¿qué importancia se le está dando a la inteligencia emocional? ¿Sientes que ha habido algún progreso? Tú crees que si hicieras un mejor uso de tus emociones, ¿hubieras llegado más lejos?.

No importan estas preguntas, lo que importa es tu comentario.