Seleccionar página

En el año 2003 fui invitado a dictar un «Open Bar de Conocimientos» en la Universidad PUCMM (Pontificia Universidad Católica Madre Maestra) de Santo Domingo, República Dominicana. Allí conocí a David Álvarez, profesor de filosofía, quien me entregó un material que fue de enorme utilidad para mi propio desarrollo personal.

Históricamente hemos señalado al error y las equivocaciones como los inaceptables y por ende, al surgir, amerita reclamos y reproches. Desde pequeños hemos sido castigados por no tener la respuesta correcta o por hacer algo mal o no acorde a lo esperado por los demás.

Afortunadamente la valoración al error está cambiando. No saber algo ante tanta complejidad es entendible. La duda y la habilidad para hacer preguntas está cada vez más siendo aceptada. Buscar la diversidad en vez del pensamiento o enfoque único también está siendo recomendado.

Estamos aprendiendo que una cosa es el error en sí mismo y otra cosa es la actitud negligente y desinteresada de quien lo comete. La equivocación no es el verdadero problema, a pesar de las catastróficas consecuencias que puede tener, si lo que lo llevó fue una auténtica manifestación de responsabilidad. El problema real es la negligencia por un lado, y por el otro el problema real es la prepotencia y la pretensión de no creer que todo lo sabes o paralizarte para no cometerlo.

Lo que te presento a continuación es una síntesis que preparé para dictar mis cursos y talleres a partir del documento que me entregó David. La versión completa del texto original se consigue en internet. Es un papel titulado “La Nueva Ética Profesional” de Karl Popper.

A mi me ha sido de mucha utilidad en mi función gerencial y en el ejercicio del liderazgo. Es un basamento útil para relacionarnos con el error y ser cuidadosos con las personas que los cometen. Además, me ha resultado súper útil para tratarme a mí mismo cuando los cometo.

Recomiendo altamente su lectura detenida y sobre todo para quienes tenemos la responsabilidad de  dirigir a otros, padres incluidos.

Nueva Ética Profesional
Karl Popper

  • El saber escapa a las posibilidades de una persona. El conocimiento disponible es simplemente inabarcable y está fuera de toda capacidad humana tratar de saberlo todo.
  • Es imposible no cometer errores. No saberlo todo implica, como es obvio, la posibilidad de cometer errores y aunque algunos errores pueden ser evitados, la inmensa mayoría está sencillamente fuera de nuestro control.
  • Evitar el error, en sí mismo, ya es un error. No se trata de permitir que ocurran los problemas que podemos evitar —lo cual es absolutamente necesario— sino de evitar a toda costa tratar de equivocarnos hasta el punto de hacer lo mínimo o paralizarnos. Si algo no sale tan bien, agradécelo: es una nueva manera de como no hacer las cosas.
  • Los errores existen, por tanto, hay que aceptarlos. Están allí, lo estarán siempre y no hay otra opción que reconocerlos y darles la cara una vez que aparecen.
  • Cambiar nuestra actitud ante el error. Históricamente tanto el error como quien lo comete, han recibido un tratamiento punitivo: no podemos seguir desperdiciando la maravillosa oportunidad de aprendizaje que brindan los desaciertos.
  • Evitar encubrir y olvidar el error. Lo más recomendable es asumir el error para corregirlo y aprender de él: poco puede hacerse con un tesoro escondido.
  • Lo correcto es aprender del error. Más claro, imposible.
  • Esperar con ansiedad nuestros errores. Naturalmente no se espera un error con la misma emoción que un aumento de sueldo, ni mucho menos saldremos a buscarlos en todas partes. Pero sí debemos permanecer alertas a todo indicio de error para no perdernos el aprendizaje que pueda estar allí encerrado.
  • Mantener una postura humilde, sincera y autocrítica. Es imposible corregir un error desde la arrogancia, la vanidad y la tendencia a culpar al otro.
  • Rodearse de diferencias. Evidentemente, no es igual tener una opinión o una posible solución a tener muchas; así, del mismo modo en que uno solo no puede ver todas las implicaciones de un error, tampoco podemos detectar todos los que cometemos.
  • Agradecer que otros lo hagan. Los otros son una grandiosa posibilidad de evolución cuando se atreven a señalar nuestros errores: imposible no apreciar un gesto tan valioso.
  • La crítica es tan valiosa como la autocrítica. Siempre hay una oportunidad de aprendizaje en las críticas y comentarios de otros y de nosotros mismos.
  • Las críticas deben estar siempre fundamentadas. Parece obvio, pero ya hemos visto la facilidad con que confundimos un simple juicio con un sólido argumento: el valor de la crítica está en los hechos y, muy especialmente, cuando son dirigidas con respeto y consideración por el otro.

Ya sabes lo que tienes que hacer. Déjame tus comentarios e inquietudes para poder intercambiar reflexiones.

Saludos